Están los ideales y está el residuo. No son del mismo orden. Los ideales familiares organizan todo un campo en el que se estructura el niño, quien, al mismo tiempo, se desprende de esos ideales al no realizarlos. El residuo, en cambio, es el resto, el trozo de real de los juegos del goce, familiar ocasionalmente, en el que es captado como objeto, y es también lo que él es, el lugar que ocupa para sí mismo el objeto a.
“La función de residuo que sostiene […] la familia conyugal en la evolución de las sociedades pone de relieve lo irreductible de una transmisión […] que conlleva una constitución subjetiva, lo que implica la relación con un deseo que no sea anónimo”, escribe Lacan en su “Nota sobre el niño” [1].
En el extracto de una de sus conferencias presentada en el podcast del miércoles pasado, Éric Laurent destaca cómo en el campo social, el niño idealizado, desde la Ilustración, ha venido a recubrir lo que no puede inscribirse en la relación sexual. Pero el psicoanálisis muestra que el niño es tomado como objeto que tapona una falta. No alcanza el ideal construido para él en el contexto familiar del que procede, y se convierte en el objeto producto, que va más allá de la familia.
Karin Bautier se pregunta sobre el hecho de por qué los analizantes sólo hablan de papá o mamá. Es un elemento irreductible del que ella extrae bien la dificultad que existe para articular, a partir de ese discurso, la singularidad del modo de gozar propio del analizante, e incluso cómo ese acceso puede quedar obturado de ese modo. Y, sin embargo, es bien a través de ello que hubo acceso a lalangue.
Dalia Virgilí Pino muestra, a partir de la melancolía, el drama cuando un niño se ve atrapado desde el principio en la ausencia de un deseo a nivel familiar. Se podría añadir que, aunque hubiera un semblante de deseo, habría sido necesario que ese deseo no fuera anónimo, es decir, debería haberse dirigido al niño en su particularidad. De lo contrario, los nuevos lazos siguen siendo difíciles, sino imposibles. El niño no deja de ser un objeto, pero es la sombra del objeto, como dice Freud, la que ha recubierto su existencia.
Roberto Pozzetti destaca cómo la pareja parental ha venido hoy a sustituir a la pareja conyugal cuando ésta se ha deshecho. Y, sin embargo, incluso cuando la familia se rompe, persiste un lazo a través de la presencia del hijo. De ahí la importancia de que esos padres encuentren un espacio residual para un discurso en lo que sigue siendo una familia, por rota que esté.
Les deseo un buen descubrimiento de este número en preparación para los hallazgos que nos esperan en Pipol 12.
[1] Lacan, J. “Note sobre el niño”, Otros escritos. Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 393.
Traducción: Fernando Gabriel CENTENO
Relectura: Cristopher TAPIA CHÁVEZ